Editorial

Ley 40 horas: un controvertido comienzo

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Hoy se materializa el primer paso de la Ley 40 horas, que fue el resultado de un aplaudido acuerdo entre distintos actores del mercado laboral, todos buscando mejorar la calidad de vida de los trabajadores sin perjudicar sus fuentes de empleo.

Lamentablemente, la implementación gradual que comienza hoy no está exenta de polémica, al vulnerarse por parte del regulador uno de los principios básicos que hicieron posible su aprobación: la flexibilidad en la adecuación de jornada.

El Ejecutivo debiese revisar la concordancia de la reciente normativa con la legislación vigente.

Para la reducción de 45 a 44 horas que corresponde comenzar a implementar, un reciente dictamen de la Dirección del Trabajo (DT), refrendado por la ministra esta semana en la Comisión de Trabajo del Senado, señala que el empleador, en caso de no existir acuerdo entre las partes, “deberá reducir al menos una hora al término de la jornada” o “50 minutos en un día de la jornada semanal y la fracción de 10 minutos en otro de la misma semana”, para el caso de jornadas distribuidas en 5 o 6 días, respectivamente.

Las críticas señalan que dicha interpretación, además de diferir de un dictamen previo de la misma DT, contraviene lo señalado en la ley respecto de cómo implementar su primer paso ante la falta de acuerdo (reducción “proporcional entre los distintos días de trabajo, considerando para ello la distribución semanal de la jornada”).

Además de la discrepancia de fondo, resulta contraproducente para la búsqueda de acuerdos entre empleadores y colaboradores conocer las reglas (finales) del juego sólo una semana antes de que comiencen a regir, dejando poco espacio para una adecuación suavizada de la jornada. Esto es, sin tensiones entre las partes, que permita acomodar roles y funciones sin llegar a una eventual judicialización, la que estaba lejos del espíritu original de consenso que rodeó la aprobación de la normativa.

El Ejecutivo debiese revisar la concordancia de la reciente normativa con la legislación vigente, y con ello promover una implementación de la ley que, más que tensionar la relación entre empleadores y colaboradores, busque la gradualidad de la reducción de jornada en un buen ambiente laboral, propiciando siempre la creación de nuevos puestos de trabajo.

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